

Redacción
Año de la Familia
El papa Francisco bautizó el 2021 como el “Año de la Familia” y sustenta su proclamación en el documento “La Alegría y el Amor”; se trata de una convocatoria a la reflexión, a fin de que se tome conciencia para restablecer el bienestar de la humanidad.
Como este 2020 ha sido tan traumático, debido a la devastación provocada por la COVID-19, es trascendental que el núcleo familiar se prepare ahora, para en el 2021 jugar un rol protagónico en la búsqueda de la recuperación social, económica, sanitaria y espiritual.
“La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”, se consigna en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
No obstante, desde el poder se ha descuidado la atención a la familia y eso ha contribuido con el descalabro de los principios tradicionales, lo que se traduce en una crisis familiar que gravita en todos los estratos sociales.
Hoy día la familia está en crisis, como consecuencia de problemas económicos, descomposición de la sociedad, depresión, degradación, desintegración familiar, ambición, desamor, corrupción, drogadicción, violencia intrafamiliar y carencia de valores.
Con la declaratoria del 2021 como “Año de la Familia”, el Santo Padre abre espacios para que se medite y se decida enfrentar con valentía esas adversidades y sustituir los antivalores por comprensión, solidaridad, confianza, fortaleza espiritual y amor, porque será determinante para superar las vicisitudes y retornar a la normalidad y garantizar la convivencia pacífica a nivel mundial.
Frente a la COVID-19 y las situaciones críticas que se derivan de su expansión por el planeta, la unidad de la familia ayudará a combatir los percances producidos por una enfermedad que ha sumergido a la población en un mundo de infortunios.
Además, quienes dirigen a los estados están llamados a ejecutar políticas públicas efectivas contra la terrible enfermedad que genera alarma y desesperación en la población mundial.
Con fe, educación, voluntad, abnegación y la unidad de la familia, se recobrará la paz y la felicidad.
Gloria eterna, Mamá Álgebra
El corazón de una maestra de maestras dejó de latir y su respiración se paralizó, porque la muerte se llevó recientemente a doña Estela Estrella Román, bautizada como Mamá Álgebra, quien formó a generaciones de santiagueros.
Su desaparición física ha causado luto, dolor y tristeza en la sociedad de Santiago, debido a que por décadas se encargó de educar a talentos humanos, quienes hoy son excelentes profesionales integrados a la producción, la educación, el arte, la cultura, los deportes y en todas las facetas sociales y económicas.
Mamá Álgebra se encargó de su formación íntegra, ya que conjugó la docencia académica con disciplina, civismo, cultura, amor patrio, conciencia ciudadana, honestidad, responsabilidad y valores familiares; por eso su fallecimiento aflige a la población.
Estrella Román se consagró con cuerpo y alma, -la vocación fue su carta de presentación- para desarrollar con sublimidad el proceso de enseñanza-aprendizaje y de esa manera guiar por el sendero correcto a quienes fueron sus alumnos.
Gloria eterna, Mamá Álgebra, maestra de maestras.
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