

Redacción
Población y salud
La salud es determinante para el pleno desarrollo de la
población, por eso está consignada como una prioridad en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y en las constituciones de los países que acogen esa proclama
humanista.
Es deber de los estados ejecutar programas para garantizar la salubridad de las personas, porque asegura la incorporación a toda capacidad en las actividades productivas e influir en el crecimiento sustentable de la sociedad.
Para proteger a la humanidad de las enfermedades es imprescindible destinar un porcentaje significativo de los presupuestos nacionales y del Producto Interno Bruto, a fin de edificar hospitales confortables, propiciar la formación con calidad de médicos y paramédicos y definir políticas públicas sanitarias eficaces.
Además, corresponde a los gobernantes dotar a los sanatorios de equipos indispensables, medicamentos y las herramientas básicas con el objetivo de que se brinden servicios eficientes.
Conjugar la prevención con una adecuada asistencia médica permite contrarrestar los efectos de las enfermedades que atacan al organismo, lo que amerita de vocación y voluntad política en procura de la sanidad humana.
Se necesita, por tanto, un sistema sanitario acorde con los avances de las ciencias de la salud y las necesidades de la gente para vivir con vitalidad , y evitar de ese modo padecimientos dolorosos.
República Dominicana carece de un régimen apropiado de salud, situación que implica que se registren altos porcentajes de mortalidad por enfermedades simples, las cuales están controladas en otros países.
Como consecuencia de esa deficiencia, hoy día mueren muchas personas y miles están afectadas a causa del dengue, virus zika y chikungunya, malestares transmitidos por el mosquito Aedes Aegypti, debido a descuido de las autoridades y la falta de programas preventivos.
Estas enfermedades, en especial el dengue, se propagan en todo el país, sin que el Ministerio de Salud Pública actúe con efectividad para neutralizar la secuela que se deriva de los embates de esos trastornos que provocan muertes e infecciones que conmocionan a todos los sectores.
La realidad es tan dramática, que especialistas en diferentes ramas de la medicina, en especial en infectología, proponen que el país sea declarado en estado de emergencia sanitaria, porque el dengue alcanza la categoría de epidemia y se ha convertido en una seria amenaza para la vida de millones de dominicanos.
Frente a esta problemática urge que las autoridades asuman con responsabilidad una cruzada basada en prevención, diagnóstico, tratamientos científicos, supervisión y vigilancia de bacterias, virus, hongos y parásitos que producen fiebre, dolores en el cuerpo y múltiples dolencias.
La población más desvalida no puede permanecer abandonada y olvidada a su suerte, es pertinente que el Gobierno cumpla con su deber y su competencia, en aras de garantizar la salud a la población.
Es un mandato constitucional devolver en obras y servicios los impuestos que paga al Estado la ciudadanía, compromiso que deben enfrentar los gobernantes por la paz social y una vida sana.
El reto es trabajar para frenar y erradicar el dengue y otros malestares por el bien común.
Que no se oculte, pues, el drama que sufren los pacientes postrados en los hospitales.
Es deber de los estados ejecutar programas para garantizar la salubridad de las personas, porque asegura la incorporación a toda capacidad en las actividades productivas e influir en el crecimiento sustentable de la sociedad.
Para proteger a la humanidad de las enfermedades es imprescindible destinar un porcentaje significativo de los presupuestos nacionales y del Producto Interno Bruto, a fin de edificar hospitales confortables, propiciar la formación con calidad de médicos y paramédicos y definir políticas públicas sanitarias eficaces.
Además, corresponde a los gobernantes dotar a los sanatorios de equipos indispensables, medicamentos y las herramientas básicas con el objetivo de que se brinden servicios eficientes.
Conjugar la prevención con una adecuada asistencia médica permite contrarrestar los efectos de las enfermedades que atacan al organismo, lo que amerita de vocación y voluntad política en procura de la sanidad humana.
Se necesita, por tanto, un sistema sanitario acorde con los avances de las ciencias de la salud y las necesidades de la gente para vivir con vitalidad , y evitar de ese modo padecimientos dolorosos.
República Dominicana carece de un régimen apropiado de salud, situación que implica que se registren altos porcentajes de mortalidad por enfermedades simples, las cuales están controladas en otros países.
Como consecuencia de esa deficiencia, hoy día mueren muchas personas y miles están afectadas a causa del dengue, virus zika y chikungunya, malestares transmitidos por el mosquito Aedes Aegypti, debido a descuido de las autoridades y la falta de programas preventivos.
Estas enfermedades, en especial el dengue, se propagan en todo el país, sin que el Ministerio de Salud Pública actúe con efectividad para neutralizar la secuela que se deriva de los embates de esos trastornos que provocan muertes e infecciones que conmocionan a todos los sectores.
La realidad es tan dramática, que especialistas en diferentes ramas de la medicina, en especial en infectología, proponen que el país sea declarado en estado de emergencia sanitaria, porque el dengue alcanza la categoría de epidemia y se ha convertido en una seria amenaza para la vida de millones de dominicanos.
Frente a esta problemática urge que las autoridades asuman con responsabilidad una cruzada basada en prevención, diagnóstico, tratamientos científicos, supervisión y vigilancia de bacterias, virus, hongos y parásitos que producen fiebre, dolores en el cuerpo y múltiples dolencias.
La población más desvalida no puede permanecer abandonada y olvidada a su suerte, es pertinente que el Gobierno cumpla con su deber y su competencia, en aras de garantizar la salud a la población.
Es un mandato constitucional devolver en obras y servicios los impuestos que paga al Estado la ciudadanía, compromiso que deben enfrentar los gobernantes por la paz social y una vida sana.
El reto es trabajar para frenar y erradicar el dengue y otros malestares por el bien común.
Que no se oculte, pues, el drama que sufren los pacientes postrados en los hospitales.
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